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domingo, 9 de mayo de 2010

Rosario Ferré

Poesía y culturalismo

La lectura de los poemas de Rosario Ferré muestra una interesante representación del mundo cultural. Sus textos son profundamente culturalistas. En ella se hace presente una poética signada por el prosaísmo y la anti-poesía. A pesar de ser una escritora más cercana a los miembros de Guajana, que expuso una estética comprometida, Ferré se inscribe dentro de la escritura de los setenta. Si bien su escritura no es una repuesta a la estética comprometida, se aleja de ella, colocándose en la estética cultural de las décadas de los sesenta y setenta[1]. A pesar de esto, en muchos de sus versos se nota el diálogo, la intervención de enunciados, simbolizaciones que son propias de la cultura popular en la que se funda el movimiento cultural de los sesenta. Ferré participa de una escritura que entronca sus simbolizaciones en el mundo griego. Frente a la división cultural entre occidentalistas y puertorriqueñistas, Rosario se inscribe en la segunda. Y esta participación cultural no deja de tener una apuesta política. Tal vez su obra va por un lado y sus actividades política van por otro, pero cada una obedecen a una estrategia política del sujeto escritor en su posicionamiento en la sociedad.

En los primeros poemas de Ferré aparecidos en Papeles de Pandora (1976), la autora inicia una critica al paternalismo, al patriarcado y hasta al mismo sentido de patria como espacio del padre. El sujeto femenino se construye desde la palabra y la historia. En Pandora, es la historia mítica, Eva María (149). Y cuando no es la mujer del mito, es la mujer concreta, la Rosario que enuncia y se describe: [¿]“he tratado de ser como quieres. Buena, sorda, muda, ciega; / tomando Viña 25 el día de las madres/ con mi corsage puesto y mis dormilonas de diamantes? Pero no he podido./ Los antepasados no me dejan.”(149)

Ese sentido de hija de la ira, de señorita muñeca, va a ser trabajado en diferentes textos por Rosario Ferré. En el mismo poema ha escrito: “Que haga saltar los rainstones de mi corona de marabú / y me desprenda del rostro la cara niña,/ muñeca biscuit del siglo XIX que no debe pensar,/ con un hueco en la cabeza para las flores”(157). Las mujeres simbolizados también pueden pertenecer a la clase rica. Expresa la voz poética su rebeldía frente al poder patriarcal: “las vitrinas de mujeres muertas/ jugando al tenis, bailando, viajando/ dentro de las vitrinas,/ vestidas con los encajes que supuraron/ por las puntas de los dedos/ los nines de Persia”(“El infiltrado”, 158).

En Fábulas de la garza desangrada (1982), uno de los libros de poemas más sólidos de la autora, y un texto sobresaliente entre los publicados por las poetas de los setenta, la relación del escribir y el vivir se encuentra más consolidada.[2] El poema “Envío” tiene una dedicatoria que se inicia con la figura de la madre y de las mujeres que la rodean. El padre está ausente. La aura se inscribe en el texto con el antiverso “A Rosario, y a la sombra de Rosario” (87), y se construye como mujer del hogar, casi homologable con una mujer de pobre. Mientras se solidariza con la mujer infortunada a través de una falsa representación y se define como sujeto mujer que se niega al silencio, proclama su conciencia y se declara a favor del gozo y la alegría.

Podemos postular que en la poesía de Rosario Ferré, dominada por una concepción particular de la cultura, lo que se llamaría alta cultura, también existe un diálogo con la cultura popular, como una especie de intervenciones de sentidos de diferentes contextos. Lo que nos importará en este trabajo es establecer la relación que esas huellas marcan con lo político y la construcción de una autora en la sociedad puertorriqueña.


[1] Dice Barradas que “alentados por las visitas que durante esos años de escritores que se asociaron directa e indirectamente con al “Boom”de la narrativa hispanoamericana”, los escritores de la Revista que dirigía Rosario Ferré ( Zona de Carga y Descarga) “comienzan a publicar piezas que delatan un deseo de romper el marco estético predominante”, Barradas, op. cit. pág. 423.

[2] La importancia de esta obra en la poesía de Rosario ha sido situada por José Miguel Oviedo en “Fábula de la garza desangrada de Rosario Ferré”, en La Gaceta, mayo de 1984, no. 161, págs. 18-20. Por su parte, Áurea María Sotomayor en Hilo de Aracne: literatura puertorriqueña hoy. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995, dice que esta obra marca una diferencia con los poemas aparecidos en Papeles de Pandora, los que se caracterizaban por la referencialidad y el lenguaje soez. Mientras que, los de Fábulas poseen “tangencias entre el discurso feminista y el revisionismo de la fábula mitológica femenina”. Sotomayor, pág. 146-147.

(Véase, Miguel Ángel Fornerín: Ensayos sobre literatura puertorriqueña y dominicana. Santo Domingo: Ferilibro, 2004).

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